Lo que comúnmente llamamos sal es cloruro de sodio en dónde el 40% pertenece al sodio y el 60% lo aporta el cloro.
Desde tiempos inmemoriales la sal está presente en la alimentación humana. Las Organizaciones de Profesionales de la Salud recomiendan no consumir más de 5g/día de sal para reducir la tensión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y cardiopatía coronaria en adultos.
Te contamos los distintos tipos de sales que ofrece la industria alimentaria para que cuentes con información científica al momento de elegir la que quieras.
* Sal de mesa: se extrae por porcesos industrializados, de las minas de sal. Contienen muy alta cantidad de cloruro de sodio (97-99%). Se le añaden yodo y flúor y muchas veces aditivos y conservantes que no se especifican en la etiqueta. Además del yodo se puede fortificar la sal con otros minerales como el hierro, ácido fólico .
* Sal marina: se obtiene de la evaporación de agua de mar. Tiene una tonalidad grisacea.Tiene más de 90% de cloruro de sodio . Por no ser refinada puede contener pequeñas cantidades de potasio, hierro, calcio, magnesio y algunas impurezas o sustancias contaminante provenientes del mar.
* Flor de sal: se forma en la superficie de las salinas marinas especialmente en la costas de Bretaña y Francia. La recolección es artesanal. Muy usada en la gastronomía gourmet.Tiene menos cloruro de sodio y por lo tanto menos sabor salado. Se disuelve fácil en el paladar.
* Sal del Himalaya: tiene una tonalidad rosada. No proviene del Himalaya sino de Pakistán y de América Latina. Es un tipo de sal no refinada con 98% de cloruro de sodio y pequeñas cantidades de magnesio, calcio y hierro.
Debido al contenido de sodio, casi todas las sales son similares. Por lo tanto te sugerimos consumir cualquiera de ellas con moderación.
Lic Perla Manera Lic Alejandra Volpatti
